domingo, abril 21, 2019

¿Cómo sabes si un sentimiento es intrínsecamente tuyo, que nació de ti, de tus experiencias y reflexiones, o si fue colocado por intereses ajenos o simplemente porque te tocó nacer y vivir en un momento y lugar determinado? ¿Invalidan mis pensamientos, opiniones y sentimientos los últimos dos casos?

Me da vértigo la vida. El camino recorrido, las decisiones tomadas, las pospuestas y las ignoradas. Y sobre todo, me angustia mirar al futuro y ser consciente de la cantidad de posibilidades a mi vista y sentir que los únicos caminos que me harían feliz están cerrados desde hace años.

Me recuerdo que soy lo más joven que voy a ser jamás, que si quiero cambiar algo (y tengo que cambiar algo) tiene que ser ya.

A la vez pienso: pero qué dices, melodramática. Quién está donde tú a los 25.

No sé, pero ojalá no yo. Ojalá yo, pero no así.

Ojalá así en otro mundo, en otro contexto.

Estás condenada a ser infeliz porque nunca estarás satisfecha contigo. Creías que se podría todo, y aunque ya sabes que no, el casi todo te sabe a poco. Se queda corto.

Pero yo venía aquí a preguntar otra cosa: ¿La gente adulta tuvo claro en su juventud lo que quería hacer? ¿Es una enfermedad hereditaria en la que cada generación inculca a la que le sucede lo que ellos querrían haber hecho de no haber tenido una generación precedente también frustrada en no haber cumplido sus propias expectativas?