miércoles, junio 29, 2016

Es normal que conteste con ausencia.

no conseguirá pagar el peaje

de conocer el autosabotaje

que vive oculto y secreto en mi esencia


Sigo actuando como el personaje

que disimula un año de demencia.

mil veces creí asumir consciencia,

olvidarlo al coger el equipaje


Pero de nada sirve tanto viaje

si no dejo atrás la adolescencia

si no olvido palpar mi costillaje


A mi alma se le agota la paciencia 

y es mi deber el de juntar coraje

para tratar el hambre con coherencia

jueves, junio 23, 2016

una vida de la que no tener que desconectar

 Ni hervir ni servir: vivir.

No tener que huir.

Ni beber ni comer: ser

Para olvidar

                        viajar.

Frío a veces, al correr

para que sienta mi piel

que vivo aún.

                        Despertar

sabiéndome en algún lugar.


domingo, junio 19, 2016

Lección de vida

Es el ciclo de tu vida porque es la única forma de la que eres accesible.
Adulta, no te culpes de lo que no tiene culpas y no coseches las responsabilidades que no sembraste tú.
Sólo te arrepientes de lo que no haces no es una filosofía que funciona cuando te importa pasar por el mundo haciendo el mínimo daño posible.


A la vez, que no sirva de excusa:
Acuérdate de arriesgar cuando valga la pena.
Recuerda que también se puede ganar perdiendo.

viernes, junio 17, 2016

Vector de vida

Se me había olvidado que no es la primera vez que estoy así. Creo que nunca he llegado tan abajo, ni durante tanto tiempo, aunque otras veces salí por mi propio pie de las arenas movedizas.
Pero por fin he recordado que soy la única responsable de mí misma. No va a venir nadie a salvarme, porque yo no dejo. Porque es mi guerra y nadie más la lucha, y nadie más la entiende. Que soy quien mueve mi polea y que tirar hacia abajo del pozo es mi decisión, que solo tengo que cambiar las órdenes con las que funciona mi cerebro.

Por eso le dejaste, porque te costaba lo suficiente sacarte a flote a ti sola. Como para querer apartarle sus demonios a alguien que quería seguir con ellos. Que quería que se hicieran amigos de los tuyos. No. Sabes que los tuyos no tienen que ser amigos de otros. Tienen que hacerse pequeñitos, tan pequeños que ni tú, sola, de noche y a punto de dormir, los notes.

Por eso empezaste a hacer deporte. Para no pensar en nada más que en la quemazón de tus piernas y pulmones, y de repente, darte cuenta de que está todo claro. Que no para castigarte por antes. No para premiarte luego. Para que la recompensa sea "Eh, que puedo. Yo creía que no, pero puedo. Y me voy a demostrar que me pasa así con más que con esto. Que si lo intento fuerte, siempre puedo".

Por eso bailabas. Porque sentías. Porque tenías un huequito delante de un espejo amable, que criticaba sin herir, solo para construir. Porque descubrías sobre ti, sobre cómo funcionas, sobre lo que importa de verdad dentro.

Por eso, Mandarina: sécate las lágrimas. Aprende de quien fuiste. Lee, corre, escucha, baila, crea. Vive.