El sábado pasado viví el episodio contrario al que vive Regina George en Chicas malas, cuando ha engordado a base de barritas energéticas que Cady le ha dado, convenciéndola que son para adelgazar.
Me refiero al momento en el que se está probando el vestido para el baile de Prom en la tienda "Solo 34", y no le abrocha la cremallera. Pide una talla más, y, claro, en esa tienda solo tienen talla 34, así que la dependienta le sugiere ir a donde vendan tallas especiales.
Pues bien, estaba en una tienda que no necesita más publicidad, por lo que no diré su nombre, probándome los setecientos horribles vestidos que mi adorada madre iba trayendo al probador. Contra todo pronóstico, entre ellos me pasó un vestido realmente precioso.
¿Demasiado perfecto, verdad? Eso pensé yo.
Me dijo que solo había encontrado dos tallas, la 36 y la 42, por lo que ella traía la 36, a pesar de que mi talla fuese una 38.
Me lo probé, y digamos que me estaba ligeramente grande, teniendo en cuenta que es un vestido suelto a partir de la cintura.
Y pedí una talla menor, o sea, una 34. Resulta que no, que no hacen ropa para "niñas anorexicas". Que me vaya a otra tienda.
Vamos, que no, que me había costado mucho encontrar ese vestido (recordad que los estaba eligiendo mi madre), así que soy feliz porque me lo van a arreglar.
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