Se va lo poco que me quedaba de infancia con el fin de la saga de Harry Frútter.
En fin, me hace ilusión haber visto la última película cuando todavía soy menor de edad, y en consecuencia, aún no-adulta.
Recuerdo cuando paseaba por la parte de literatura juvenil de la Fnac(tarina) con ansias de comprarme todos los libros, cuando a penas sabía leer.
La decepción de cumplir 11 años en julio, sin que te llegue la carta de Hogwarts. Bueno, a eso le puse remedio, me la envié yo. Pero igualmente, qué decepción.
Los veranos en Galicia haciendo Poción Multijugos con hojas y bichos, dejándolo al Sol y a la Luna.
Los meses de espera para que saliera la traducción al español, en la que siempre había alguien a quien se le escapaba que se moría Sirius o Dumbeldore, y luego lo intentaban arreglar con "¡Era broma! Si yo tampoco me lo he leído".
Los transladores hasta el colegio que no funcionaban.
La "Limbus" 2000 que me iban a regalar mis tíos en Navidad. Limbus, no Nimbus, porque tenía un sistema pirata e ilegal que te avisaba de las bludgers que ponía el Ministerio de Magia para controlar la velocidad de las escobas. Con radio y radar anti-muggles.
¿Entendéis porqué odio hacerme mayor?
Yo lo que no entiendo es el último párrafo.
ResponderEliminarQuerida mandarina submarina, hace un tiempo que sigo tu blog, el cual me encontré por casualidad. Esta entrada me ha llegado profundamente, por desgraciada me siento identificada contigo... Ayer fui a ver la película y caí en depresión. A mis ocho años ya leía los libros, estoy segura de que coincidimos en que son alucinantes. Yo también estuve un tiempo esperando a que llegara mi carta de hogwarts, que obviamente no recibí. Ahora me doy cuenta de que este es el final de mi infancia... Te felicito por tu blog, espero que no lo dejes nunca...
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