Como el señor Naranja se me ha quejado AVISO DE SPOILER. Si has visto Los Miserables o te da igual que te cuente lo que pase, sigue leyendo. Y si no, no leas o no me vengas llorando luego, ¿vale?
La última vez que me sentí estúpida fue este domingo.
Fui con mi familia (y la niña francesa de intercambio) a ver el musical de Los Miserables.
Como es imposible cambiarlo, murió Fantine, y como es imposible cambiarme, me puse a llorar cual Magdalena. Pero nadie se dio cuenta, o al menos eso pienso yo.
En fin, la obra siguió, y como es, de nuevo, inevitable, murió Jean Valjean justo antes de que la obra finalizara. Y dio exactamente lo mismo que tardasen quinientos veinticincomil seiscientos aplausos más en encender las luces, no pude parar de llorar a pesar de que Jean Valjean, Fantine y hasta¨Éponine saludaran, claramente vivos, al público: mi hermana estuvo todo el camino de vuelta a casa descojonándose de mí porque llorara cuando se murieran gente de mentira que hacia tres horas que conocía.
Si fuera por Albus Dumbeldore o Bambi, otro gallo cantaría.
Ya tienes una, a por más!!!!
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