O suicídate directamente, que viene a ser lo mismo.
Nunca creí que una cámara me odiara tanto, aunque no es comparable con lo que me deben odiar mis vecinos a estas alturas.
Espero no encontrarme con ellos en el ascensor en una semana, por lo menos: el silencio sería más incómodo de lo habitual. Y si dicen algo, sería sin duda peor. Imagináos.
Mandarina está saliendo tarde de casa, como siempre: Uva seguro que ya está en el metro esperando a que llegue. Por fin, se abre el ascensor. Están dentro los vecinos de arriba, el padre, calvo, y la hija, de unos nueve años.
VECINO: Buenos días.
MANDARINA: Buenos días. ¿Bajáis?
VECINO: Sí.
Sileeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeencio. Sileeeeeeeeeeeeeeeeencio. Sileeeeeeeeeeeeeeencio. Sile.
Se abre el ascensor.
MANDARINA: Hasta luego.
VECINO: Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.
Mandarina reza por que no vean como se pone roja y huye a la puerta sin mirar atrás.
A Q NO HA SIDO PA' TANTO??
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