Ais, que no has hecho nada. Que toca volver a lo mismo. Que sabes que hasta las cuatro no te vas a dormir.
Deberías volver al gimnasio, pero bien. No media hora día sí, día no. Ir bien. Hasta que vuelvas a ser la de junio, por lo menos.
Y, ¿porqué coño sigue haciendo calor si ya no estoy de vacaciones? Hace una semana estaba atacada y ahora... solo quiero que sea otra vez 11 de junio. Realmente era otra persona entonces. El "todavía queda mucho para volver" te hace ser feliz de un modo especial, no te da la sensación de perder el tiempo en no hacer nada. Cuando das vueltas en la cama con la esperanza de que bajen seis grados de repente no cuentas las horas que quedan para que suene el despertador, porque no va a sonar nunca. Pero, ay, amigos, ahora cada vez queda menos arena en el cono superior... y sigo delante del ordenador. Sí, tengo un problema mental. Pero me voy a quedar otro rato. No hay razón en ello, solo que no me apetece quedarme pensando hasta las cuatro sobre el devenir y las temperaturas del fin del verano. Y la opción que queda es visitar cada quince minutos la cocina, buscando al azar la poción mágica del sueño, que quiero pensar que se encuentra en mi nevera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario