Ahora que esta dirección la conoce mucha gente que sabe que existo en la vida real (y no solo cuatro amigos e I.P.s anónimas que no enlazaban este blog con una persona -¿He dicho persona? Quería decir fruta- ), me va a dar mucha vergüenza escribir todo aquello que he estado escribiendo durante estos extraños meses. Ahora entiendo eso que dice Bi de "soy emocionalmente promiscua". No, no lo soy, más bien todo lo contrario, hay que obligarme bastante para que suelte una palabra, pero sí revelo muchas cosas sobre mí desahogándome por aquí. Yo sé que es mi culpa, que no tendría que publicitar el blog tanto, pero sabéis que lo de las visitas me pierde. Me pierde. Dios, si lo piensas soy muy rara: no quiero que una multitud de conocidos me lea, pero adoro que me digan "Ey, qué buena es esa entrada que habla del eterno retorno, tía".
Intentaré fingir que esas visitas que se registran de municipios de Madrid de los que no había oído hablar hasta hace un mes no existen, a ver si puedo. No prometo nada. Pero seguid hablándome aunque leáis una cosa que os sorprenda (aun para mal). "Por Zeus, Mandarina, no sabíamos que eras así".
No hay comentarios:
Publicar un comentario