Esto de fingir ser maja no es tan difícil ni se me da tan mal. Lo mismo debería adaptarlo como forma de vida.
Pero me va a costar desengancharme de lo mío: siendo hija de la reina del sarcasmo, no me queda menos que ser la princesa.
En fin, como la gente no me conoce aún, después de cada cada vez más sutil bordería (que se me escapan, no lo puedo evitar) suelto una sonrisilla y pongo ojitos, lo me hace parecer doce años más joven, y en consecuencia, inocente y dulce. Ais, ¡qué niña más rica, mira qué ojos tan bonitos, qué pestañas tan largas! ¿Cómo va a decirlo con maldad? Ah, crédulos: Soy malvada, perversa y cruel, y tendré tiempo de demostrarlo. Os aviso ahora para no decepcionaros y que os llevéis una gran ostia. Aunque seguramente me la lleve yo cuando suelte una de las mías y alguien me responda al estilo de Aguacate Epíteto_que_he_decidido_borrar, solo que sin el amor con el que él en el fondo lo hace.
Total, que me conviene solo pensarlo, reírme mentalmente, y que el universo crea que soy tan buena como parezco cuando hago pucheritos. Si es que el teatro español se está perdiendo mucho sin mí, y mi madre lo sabe.
lo siento, pero estoy demasiado cansada como para comentarte algo con sentido. pero sé q si no lo hago sufriré las consecuencias y seré víctima de tu ira y de tu bordería (si, queridos lectores, a mi tb me contesta a veces con cosas así)
ResponderEliminarasí q, como diría la genial Granada, a la que todas queremos mucho, mucho, mucho:
"no te pongo nada" :)